Por Sabrina Casal — Reflexión y guía para padres que quieren volver al centro de su poder
Cuando ese síntoma aparece en uno de tus hijos, la reacción automática suele ser correr en busca de un diagnóstico que confirme tu teoría y te ofrezca “algo concreto” para hacer: una pastilla, una terapia, una respuesta. Pero en ese afán por resolver, muchas veces perdemos lo esencial: el juego por el que vinimos, la posibilidad de acompañar desde la conciencia y la coherencia.
El poder que entregamos (sin darnos cuenta)
Buscar una solución externa es humano. Lo hacemos porque duele, porque ver a un hijo expuesto, con su mundo interior al desnudo, nos desborda. Sin embargo, cuando cedemos nuestro poder a “un otro” y dejamos que sean otros quienes resuelvan por nosotros, nos alejamos de la responsabilidad creativa que tenemos sobre nuestra vida y la de quienes están a nuestro cargo.
No se trata de negar ayuda profesional: se trata de recuperar el rol activo y consciente en el proceso. Desde ahí, cualquier intervención —médica o terapéutica— no será huida sino herramienta.
Lo que los síntomas realmente nos muestran
Los berrinches, los miedos, los cambios de conducta y hasta los diagnósticos son muchas veces manifestaciones de emociones que hemos proyectado en los más pequeños. Nuestro “niño herido” —esa parte que sufrió rechazo, pérdidas, roles prematuros o abusos— actúa desde el temor y la necesidad de reparación. Si no lo reconocemos, seguirá repitiendo patrones.
Reconocer y sanar al niño que vive en nosotros
El primer paso es mirar hacia adentro: aceptar al niño que habita en nosotros, ofrecerle seguridad, decirle que ya no está solo. Así se sueltan miedos, se recupera la inocencia y la capacidad de jugar plenamente la vida. Cada conciencia que tomamos sobre una memoria de dolor libera tensión y corrige distorsiones en cómo actuamos hoy.
El juego y la fiesta del despertar
La invitación es a jugar con intención: descubrir las memorias ancestrales que cargamos, hacer consciente lo inconsciente y permitir que la risa vuelva a sonar en los espacios internos. Cuando integramos desde la coherencia, nada “malo” puede suceder; lo que parecía caos se transforma en material para el crecimiento.
¿Jugamos?
Si sientes que te resuena este mensaje, empieza con un acto simple hoy: obsérvate sin juzgar, nombra una emoción antigua que se repite y ofrécele presencia en lugar de solución inmediata. La transformación empieza con pequeñas decisiones conscientes.
Con cariño,
Sabri 💫
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